miradascelestes

jueves, septiembre 29, 2005

Un maravilloso regalo de una mariposa de mil colores

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Ella se levantó y contesto el teléfono. Era él. Un poeta viajero, el que recorría las calles, las ciudades, los mapas, los espejos, el que amaba los días y las noches de fatigosos trabajos, el artista que con sus manos la hacía explorar lo eterno, lo sublime, lo indecible, el que le sonreía con ojos felices desde el otro lado. Desde más allá de las montañas, del cielo y el mar que se unían en una explosión de agua y que los hacían reír a carcajadas, el hombre de las palabras precisadas a tiempo, con paciencia, con pasión.

Hablaron por espacio de media hora y su voz, la voz segura y firme le alegraba. Le alegraba sentir que él estaba ahí. Sus voces uniéndose, como formando una melodía. Le invadía un cosquilleo en el estomago y le pareció una locura por un instante.

Al otro lado, lejos y cerca, entre más lejos más cerca, él la pensaba en su teatro, la pensaba en sus manos y en su alma, en su sombra transparente, en sus poesías, en su sonrisa y en sus ojos- También, la pensaba en sus pequeños mal genios y en los grandes, en sus caminos y en sus tropiezos.

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Se tocaron a través de la pantalla. Sus manos estaban allí en ese hechizo que se desvanecía en lo virtual. Sus sonrisas y sus palabras más allá del tiempo. Te tendré en mis cuentos… dijo o pensó ella, te tendré en mi alma, dijo o pensó él.
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Los cuentos son extensiones del alma. Dijeron o pensaron los dos. Mañana, él seguiría creyendo en el cielo y el mar. Mañana, ella seguiría riendo en el teatro y contando sus historias. Algún día actuarían juntos en el teatro de la vida, amándose bajo las aguas del mismo cielo y del mismo mar…

Por: "alasdeletras"

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