miradascelestes

viernes, marzo 09, 2007


El despertador resuena odiosamente en el pequeño espacio donde apenas DI puede moverse. Sus piernas están entumecidas por la posición fetal que adopta toda la noche; en su espalda se dibuja la aspereza del catre casi deshecho y en un esfuerzo ya cotidiano levanta su impecable brazo para correr la cortina y contemplar el cielo que le dirá que ropa ponerse. En la calle la gente pasa atendiendo el sonido de las campanas y arrastrando los pies cada uno lleva su pesada cruz.
-Otro día más en el que debo dejar mis sueños colgados en la almohada mientras tú sigues durmiendo- reprocha en voz alta haciendo un rápido movimiento que la deja desnuda frente al espejo y mientras se muestra sus propios dientes y contempla despacio su figura pálida y un poco delgada los puños se cierran para no gritar.
En la alacena migas de pan ya duras forman parte de paisaje. Se da cuenta de que no tiene hambre.
La cama esta aun desecha en cuyas sábanas se entrelaza el cuerpo que allí yace perezoso con la piel delicada añorando el abrazo que le sostiene durante la noche. Las paredes húmedas tartamudean cuando el calor de los cuerpos no dan tregua.
Dos casas más abajo, entre el andén desajustado y el jardín se encuentra una alcantarilla de donde salen aquellos pensamientos convertidos en asquerosas cucarachas rastreras; DI se estremece de ternura de solo pensar que sus más dulces sueños están resguardados en una fría y metálica cajita de galletas.
A DI le cuesta caer de espaldas y ver las estrellas que normalmente la acompañan en el camino nocturno de dos horas y aun así sus pies la traicionan obligándola a parar en medio de la marcha prolongando el ansiar de su habitación de donde sale cada día en un impulso cotidiano y de supervivencia.
La música suena para que el silencio no le muestre su descontenta, absurda y voluntaria existencia; una tregua se dibuja en la cocina; un café, un pan y una cucharada de azúcar la tranquilizan mientras somnolienta se pierde entre torbellinos de luces blancas que le recuerdan que sus sueños están esperándola en la almohada.
De nuevo el despertador suena y DI vuelve a soñar.

3 Comentarios:

  • El despertar es una especie de tortura, uno de los castigos vitales, que tenemos que soportar si queremos seguir vivos. Pero tambien tiene su belleza

    saludos

    Por Anonymous Anónimo, A la/s 11:24 a. m.  

  • ...un poco de luz a toda esta noche no le viene nada mal...seria bueno no olvidar que el sueño tambien es un escape


    salud y mas que suerte

    Por Blogger Fuego Negro, A la/s 7:22 a. m.  

  • Hoichi: el despertar tiene la belleza del ensueño. Un beso y gracias por acompañarme en el despertar perezoso

    fuego negro: el sueño... es irreal por eso aveces me amarro a el y escapo por la rendija. Necesito luz.

    Por Blogger Angélica, A la/s 10:38 a. m.  

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