La espera. Suena el timbre retumbando las paredes, vibran las telarañas de los rincones y el suave polvo de las ventanas se levanta casi imperceptible. Su corazón da un brinco pues sus pensamientos saben que algo sucederá. Esta intranquila, mira por la ventanilla de la puerta para ver el rostro de quien esta esperando. Al fondo de su imagen esta la luna redonda y una sonrisa opaca su luz. Una vez adentro el visitante, hablan sus palabras pero su deseo es poseer a quien lo escucha. Miradas, sonrisas, silencios, recorren el ambiente de esquina a esquina. Las hojas de los árboles estáticas esperan el momento. De pronto un abrazo inesperado, latidos de corazón agitado se escuchan por la piel, respiración pausada y discreta. Mirada que penetra los deseos de un roce y de pronto un beso tímido se posa en los labios de ambos. Sus lenguas se entrelazan y su aliento se funde, se confunde. Es hora de partir, la noche invita a seguirle. Vete - dice ella con una sonrisa casi insinuante- vete mientras puedas escapar de este momento. Otro beso sorprende las palabras y por un instante, de pie, junto a las escaleras que llevan a su cuarto, se desborda ese pensamiento que los conjuro por el teléfono. Sus manos se resbalan por su espalda hasta encontrar las curvas de su cuerpo que se retuerce en un cosquilleo. Hambrientos besos rodean su cuello y sus hombros mientras sus manos siguen en su tarea de exploración. Un sonido sale finalmente retumbando de nuevo las telarañas de los rincones. Los brazos se abrazan fuertes mientras en susurros se escuchan palabras indecibles. La puerta esta nuevamente cerrada y ella va a su cama. Entre sus sábanas ahoga la invitación postergada de un nuevo encuentro.