miradascelestes

jueves, noviembre 02, 2006

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I

Su mentira se reflejaba en el rostro de ella. Su aliento se tornaba escaso al sentir que estaba siendo descubierta, que se ponía en evidencia; desde que tiene uso de razón, día tras día se envenenaba con su propia miel. Sin cómplice.

La calle esta sola y por ella recorren pensamientos amarrados al viento en busca de una vida, de una memoria. La penumbra de sus casas y la luz que reclama su lugar se sumergen en el claroscuro de un susurro de dos cuerpos entrelazados en la esquina. Durante el recorrido cotidiano de sus días, Elisa se regocija en su propia construcción. Armonía que se desprende de una guitarra sin afinar. Una tonalidad abre un espacio en negro que le permite escapar; se introduce por un angosto y delicado túnel. Sus paredes de una textura pegajosa pero agradable, le roza los pies. Siente asco; extrañamente un olor se mete por entre sus poros y la hacen vomitar; sus entrañas se aprietan en búsqueda de una salida. Respira.

En la nueva situación, su cuerpo busca la adaptación imprecisa e impuesta; no puede dar marcha atrás. Continúa despacio siguiendo una ruta queriendo saber el valor de sus propios deseos – que en ese momento eran confusos y borrosos- De pronto un giro inesperado la sacude bruscamente y un golpe la deja sin sentido. Cae vertiginosamente y su cuerpo adopta la volatilidad de un perfume; se dispersan sus brazos y sus piernas. Su cabeza no esta y mientras tanto aquellos deseos que le daban la solidez aparente de su estructura revolotean gritando compasión.

II

La ciudad está fría, caen pequeñas gotas de rocío que se cristalizan en las ventanas formando una delicada capa de hielo. La gente apresura su paso para que el hielo no les congele los huesos.

- No te vayas. Es tarde; sabes que no puedes escapar.-
Su mano se congela junto a la puerta y sus pies ya no pueden andar más. Un aliento se le escapa por la boca a modo de suspiro. Tiene el cabello largo y en hondos rizos; sobre su rostro se posan grandes ojeras de noches interminables de insomnio; viste una falda escocesa y medias de lana.

- Cuál es la hora para ir?; cuál es el momento en el que debo ir?.... basta! Por qué simplemente no resbalo y me rompo la cabeza o… -
Sus lágrimas caen como por encanto de un llamado. Se guarda sus heladas manos en los bolsillos. El ambiente huele a perfume barato y sus ojos por primera vez se encontraron.

Imposible emprender la huida, aun no se daba cuenta de que los días habían terminado y que ahora llegaban nuevos. Basta con mirar nuestras manos para darnos cuenta que todo cambia… Ella se sienta casi como guiada por su instinto en el sofá. Sus ojos no pueden dejar de mirarlo. En ellos ve fugazmente el porque de aquel encuentro.

Era un lugar adornado de glamorosas flores que daban su color y aroma en todas direcciones, en él, Elisa trataba de recomponer su vida, de encontrarle el sentido. Su rutina es sencilla: vive apenas a algunas casas de aquel lugar, le gusta caminar. Sus viajes rutinarios son clasificados de acuerdo a la imagen invocada. Pocas veces algo le saca de sus pensamientos; goza de su quietud. Se divierte en su felicidad creada, en su encantador mundo encantado. Las personas que la rodeaban son apenas conocidas de una noche o de un instante de miradas; constantemente busca en ellos una manera de amarrar sus sueltos hilos, pero apenas siente que puede sostenerse, ocurre la caída. Poner la esperanza en hilos ajenos es lo que espera, mas no espera que la esperanza fuese puesta en ella misma… Se decía que la esperanza jamás le seria adjudicada porque nunca la ha mirado a los ojos, la esquivaba para no tener el contacto inherente a la melancolía.

Sola?, tal vez no, suficientemente acompañada por sus amores clandestinos y fugaces, tanto, que ni ella misma se daba cuenta de lo ocurrido, se elevaba por encima de su mismo placer. En la radio escucha constantemente el lamento de días de desdichas.

¿Qué harás? ¿Olvidar el tiempo? No podrías… Pensó en quedarse detenida allí para siempre. Inmóvil como una delicada estatua de sal. Y desde allí, oír los murmullos del cataclismo donde los otros se sumergían, a lo lejos, profundo el viento que traía las voces de hombres y mujeres desconocidos.

Desvanecerse, fue lo único que pensó. Desaparecer como lo hacía su nombre dibujado en la niebla, rompiéndose en pequeñas partículas de agua, una y otra vez, para estrellarse contra el asfalto frío. Se encontraba esperando la inútil pregunta que llevaría a la respuesta que se conocía de antemano. Ese “me amas” tan común y ese “no sé” tan común pero con diversos matices de confusión y desencanto. Entre paredes y barcos de papel imaginó aquello que empezaba por la letra “a” y luego volvió a mirarlo. El se alejaba, era una sombra, un punto más de luz en la ciudad. No, jamás se detendría.

La puerta crujió como la primera vez que entraron, asfixiados de ilusiones y de sueños color pastel. Entonces dijeron aquello que todos dicen, pero suponiendo que sería algo especial. Tal vez lo fue, pensaba ahora ella. Tal vez me enseño a pensar que había algo más y que no puedo detenerme. Ahora me dice lo contrario pero sabe que no es así.

Tomó el maletín grande y una bolsa de papel dónde apenas llevaba unas cuántas bisuterías con esos recuerdos que no son importantes pero que no se pueden dejar así como así y salió en medio de la noche. Él tomaría el control y miraría el canal de siempre hasta cansarse y luego pensaría en su ausencia y miraría la camisa vieja de él que ella se colocaba para pintar, pero para entonces, Elisa estaría lejos. Al menos, muy lejos de él.

-¿Recuerdas que te gustaban las bolas de cristal con navidades enjauladas? A la mayoría de los niños les gustan. Solo que sabes que no existen. En realidad no todo está encerrado en una de ellas.-

Cerraste los ojos y dijiste que ya no eras feliz. Caminaste, el piso estaba resbaloso, la calle era oscura y tuviste miedo porque ya no estaba el supuesto héroe que imaginabas, te defendería. Solo era el vértigo, los objetos se volvían sombras. No eras nadie…

El bus hizo una parada. Un pie pequeño se deslizo hasta el andén. Solo llevaba una maleta en los hombros. El paquete de bisuterías lo había dejado olvidado en algún lugar. Ella entró al pequeño hotel y supo, en ese momento, que comenzaría el pequeño infierno. Percibió el olor frío de las paredes, el color de los girasoles, la cara blanca de la mujer que la recibía, y sintió el olor de cosas guardadas, tinto y hombres calcinados por la vejez.

Telarañas, cuerdas apretándola. El miedo, el miedo con sus uñas, carcomiéndole la piel. Tenía ganas de soltar un grito. Esperando las palabras, esperando una llamada que no llegaría. Mejor no esperar, volvió a pensar. Llorar por dentro y aguantar, esa era la vida…

10 Comentarios:

  • ...LLORAR POR DENTRO...llega tiempo de purgar la inundaciones del alma...mas temprano que tarde brotaran humedades de los ojos y el grito estallara con la furia de la espera...

    me gusto mucho
    SALUD Y MAS QUE SUERTE

    Por Blogger Fuego Negro, A la/s 2:14 a. m.  

  • Algo tormentosa la vida de Elisa...estremecedora y algo intensa. Por su mente vuelan montones de desvarios y desdichas. Creo que ya no es tiempo de seguir viviendo de amores clandestinos.

    Muy bueno tu escrito. Que bueno q regresastes... y llegastes potente ;)

    Por Anonymous Anónimo, A la/s 8:23 p. m.  

  • Concuerdo con los otros comentarios, que buen escrito!!!!

    Esperando las palabras, esperando una llamada que no llegaría. Suele suceder.

    Abrazos.

    Por Anonymous Anónimo, A la/s 12:37 p. m.  

  • LLorar por dentro y aguantar.

    Lina

    Por Anonymous Anónimo, A la/s 2:24 p. m.  

  • La esperanza dispone de tantos terrenos baldios, decia Girondo.

    Y ese estado general concordando con el interior del personaje. Muy bueno

    Feliz regreso.

    Y ese final con lagrimas. Esa relidad fuerte y llorada.


    Un abrazo.

    Por Blogger Unknown, A la/s 9:41 a. m.  

  • Solo pasaba saludando no más.... Bye....

    Por Blogger Salmon, A la/s 11:25 a. m.  

  • Qué se aguanta?. Acaso la soledad?

    Por Blogger Gonzalo Villar Bordones, A la/s 6:08 p. m.  

  • ¿Es tan tétrica la vida? Creo que más y mejor.
    Un fortísimo abrazo

    Por Blogger caminante, A la/s 3:52 p. m.  

  • LLoramos y las lágrimas se convierten en una prosa ágil,Elisa no está sola...

    Un abrazo.

    Por Blogger @Igna-Nachodenoche, A la/s 6:41 a. m.  

  • Me gusta tu forma de escribir, cuando lo leo es como que siento una voz en mi imaginación y me permito volar junto a ella..
    En la vida no se puede volver, quisiera volver para hacer lo que nunca hice. En la vida nadie nos prometió un jardín de rosas, necemos, lloramos, crecimos, reimos, conocemos el amor y pronto morimos, esa es la ley de la vida. Por eso Carpe Diem: "Vive el momento y disfruta la vida" eso es lo que más nos cuesta hacer...

    SaLuos...

    AmeLie PouLain!

    Por Blogger Amelie, A la/s 9:24 a. m.  

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