miradascelestes

miércoles, noviembre 08, 2006

Se sentía sombra en medio de la oscuridad que no le iluminaba, pero no porque no hubiera luz, sino porque no se daba cuenta que ella existía, que tan solo bastaba con que abriera sus ojos para acariciarla. Amarrado a un instante creado en su imaginación, delicadamente puesto en el lugar sagrado, el instante se materializó en carne y fuego que le devoraba de deseo. Juntaba en sus manos la mirada de los incrédulos que le hurgaban las entrañas con sus habladurías y sin embargo lloraba desde adentro la frase añorada.
El latido de un corazón ajeno le hizo caer en remolinos por entre las nubes y en la caída libre, sus lágrimas brotan de un reproche, doblando la angustiosa esperanza que se escapa por entre los dedos; guardando las palabras que le acompañan en sus puños cerrados con dolorosa agonía.
Una vía de doble camino se postró delante de ella y en medio de su destierro argumentaba la falta de ironía que no terminaba de quebrarle la piel. Un pedacito de mundo le hizo saborear la dulzura de una libertad que le refresca la pesada costumbre. Ella también cae vertiginosamente.
La vida se encarga de un encuentro poco común entre los que anhelan la quietud y ahora ese destino juega su ruleta rusa con una bala en la pistola, apostando una sonrisa que le determine un continuar. Destino, él, ella y la inconsecuente seducción de la aventura, arrastran el sentir a un rincón donde se marchita despiadadamente, olvidando la cordura del instante.

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