29-30
Odi et amo. quare id faciam, fortasse requiris?
nescio, sed fieri sentio et excrucior.
Catullus
En las mañanas me despierto pensando que ya te he olvidado, que tu imagen es difusa y confusa entre mis recuerdos, que puedo caminar entre la gente sin que me persiga tu mirada buscando entre las hojas secas que el viento arranca despiadadamente, un instante que me haga sentir que puedo besar otra boca que no sea la tuya; y a mi vuelven las ganas de ser valiente.
Cuando la tarde comienza su andar, empiezas a entrar con espasmos e impulsos de posibilidad y esperanza y sin embargo mis ansias de ti son como retazos de imágenes puestas en una película ya pasada de moda. Suelen mis manos ponerse frías ante el contacto con otro cuerpo y mi mirada trata de mantenerse erguida ante la lucha que pueda comenzar.
Cuando la noche llega despacio y sin anuncio congelando mis huesos con su frialdad, son tus palabras, esas que jugaban en mí como pequeñas traviesas las que me calientan, tu aliento revive mi respirar y el recuerdo de tu sonrisa la que me da vida; esa que agoniza cuando quiero estar segura de que te olvido.
Mi piel te busca aunque jamás la hubieras tocado; mis labios saborean el dulce de tu mirada lejana y mi amor te mantiene vivo aun sabiendo que ha caído en el olvido.
Y yo. Yo te hago cómplice de mis despertares, de mis atardeceres, de mis noches y de la mirada que siempre me acompaña: TU