miradascelestes

viernes, mayo 25, 2007

Sueño

Un ser largo, juguetón, despeinado, con barba y cabellos grises.
Flaco, manos huesudas y un tono de voz que siempre hace pensar que esta recién levantado de un profundo sueño.
Sus pasos son ágiles y despreocupados; de él siempre están pendientes aquellas mujeres que se encargan de servirle, su nombre… no lo recuerdo.
Vive en un cuarto a la entrada del hotel donde me hospedo por una noche y mientras salgo a llevar la ropa a lavar por $3.500 pesos el kilo sin planchar, él esta pendiente de mi regreso.
Es artista, aun no sé de que tipo, pero sus excentricidades me atraen en silencio. Cada vez que paso por su cuarto entreabierto, mis sentidos se agudizan para espiarle.
Regreso, tomo la llave del cuarto y continúo mi marcha.

El se ha dado cuenta de mi llegada, me sigue preguntando cosas sin sentido a las que respondo sin sentido y sin detener la marcha. Entra a un cuarto de baño donde se limpia los dientes y me grita:
- ya te alcanzo que quiero saber donde estas…-
Intento correr para que no sepa cual es mi habitación pero una sonrisa picara me asalta de solo pensar que me estuviera observando como huyo de su afirmación.
Se acerca y nos sentamos en una escalera a la entrada de un gran pasillo. Allí como chocolates rellenos de caramelo liquido que he comprado no se para quien. Me pregunta preguntas que aun no tengo la seguridad de contestar; su espontaneidad me hace reír visceralmente.

Es hora de irme e imperiosamente él me acompaña. Antes de llegar a mi habitación lo distrae el televisor sintonizado en un partido de fútbol, yo entro y le dejo la puerta entre abierta. En la ventana contigua una mujer me habla de su aburrida vida sexual; aun espera que su príncipe azul llegue de Italia; mientras tanto, el hombre largo se cuela en mi habitación y sus movimientos me ponen algo nerviosa. Escucha la conversación con la mujer de la ventana mientras yo le sigo con la mirada y mis manos arreglan la ropa sucia.
Una cámara fotográfica llega a mis manos y pido a la mujer me deje hacerle unas tomas mientras mi invitado se acuesta a mis pies enredando su largo cuerpo y sus manos ascienden por entre mis piernas.
El cuerpo se estremece ante tan insolentes y groseros actos, mientras la mujer me regala su sensualidad escondida y recatada.
Recostadas sobre el agua, las dos somos provocadas por los incontrolables actos saltarines de un ser que se enreda en nuestras lenguas mientras las cabezas ruedan flotando en el agua y el cuerpo eriza la tranquilidad del viento. Luego ella, sola, nada por entre las ramas y hojas; yo le observo desde arriba y un grito rompe el instante.
De nuevo de pie.

martes, mayo 15, 2007

El sonido de los cubiertos contra los platos rompen el infinito instante en el que estoy posada sobre el rostro del que hasta ayer me miraba regalándome el ensueño entre su piel. Perdida, vagando entre lo que fue y lo que pudo ser, me arrepiento de no insistir. Un pedacito de su aliento se queda atorado entre el pensamiento y mi sentir mientras un abrazo termina la faena del encuentro.

Perpetuas miradas se estacionaron en los techos de las casas, en la gente que trata de ganarse la vida robando, cantando, gritando, andando. A lo mejor quedarse dormido en la acera donde la gente ya te ve como parte de un paisaje, es más gratificante que ser una estatua gorda llena de palomas. Quizás será mucho más alegre hacer chillar los dientes mientras miras el rostro de esa mujer a medio vestir intentando una sonrisa dibujada.

El agua intenta limpiar la inmundicia que se posa alrededor y sin embargo su trayecto es triste e implacable con la ausencia de naturaleza. La ciudad se extiende para evitar los encuentros, un lugar imperfecto para querer unirse, un lugar impertinente que no deja que las palabras lentas surjan en medio de la rapidez.

Donde empieza la danza de los fantasmas? Justo cuando los ojos se cierran y la respiración se entrecorta mientras el nudo arremete en la garganta. Un “botón” de encendido sin opciones de apagar, porque el manual de instrucciones en este caso ha caducado, se mete en las entrañas hasta que carcome las ganas. Lo invalidamos. Ahora estamos en medio de un cielo que nos arropa, en la soledad de un vagón y la nocturna noche rasgada de imágenes amarradas con el más sutil de los lazos.

Ahora tus pasos se desplazan al revés, recordando los que te pusieron cerca de mi respirar y una oportunidad es suplicada en el más espantoso silencio, allí donde el grito retumba. Grito al que no se le permite existir, pues su nacimiento destrozaría el alma. El corazón calla mientras escucho tu voz.



Para siempre, un abrazo para siempre. Sellado con un beso. Sellado, para siempre sellado en la estación…