miradascelestes

viernes, octubre 20, 2006

Debo ausentarme y espero regresar con vida...

domingo, octubre 08, 2006

Un invento

Sara pasaba durante las noches paseando entre palabras escritas desde hace mucho tiempo por alguien que tenia la claridad de su existencia. Imaginaba entre el frío y la deshabitada habitación una mirada que le llevará de la mano por entre las imágenes que recreaba. Sus palabras salían contadas para algunos oídos y habitualmente tejía sus dedos entre las cuerdas que le mantenían de pie.

La noche empezaba su danza y mientras subía la escalera se cruzó con su invento; audazmente saboreo el aliento de un viaje largo y en constante movimiento. Se acercó tímidamente y entregó palabras y miradas que no estaban determinadas aun por ella misma. Jugó un juego en el que el ganador ya tiene su premio asegurado y ella lo sabía: el sabor de una nueva piel y de una sonrisa le hicieron construir. Amarrada a una botella imaginaria se embriaga de vibraciones oscilantes y se deja caer en remolinos profundos que le hacen bajar al infierno.

La amenaza se acerca y en medio de su experimentación se da cuenta que ha entregado un pedacito de ella misma para que éste tuviera vida; y lo logra. Le roba la vida a un espacio que no lo tenía en cuenta dentro de si y el vacío le reclama. Dentro de su mirada su condición le vuelve vulnerable.

Su invento le desgarra las entrañas, le perfora la piel mientras por sus poros se revienta la ironía. El monstruo que ha creado le lastima su equilibrio que grita complemento. Sus ojos ya no pueden llorar lágrimas de sal sino de rabia de un encuentro mal invocado. La timidez de sus actos y de un entregar no coherente le enferma el alma y sus pasos se pierden entre los cuerpos que le rodean…. Ha sido victima de su propio invento.

miércoles, octubre 04, 2006

Una marcha inevitable

La noche termina con un aire de nostalgia irónico. Durante su oscuro paso deambula por el lugar donde se encuentra Mía; gritos y pisadas interrumpen su rito maquiavélico en el que se sumerge hasta perder la conciencia. Ha sido interrumpido un silencio logrado con tanto callar y aquietar; se hieren sus oídos, su lengua se retuerce y las sábanas le punzan la piel. De pie, su cuerpo olvida su compostura y con pequeños espasmos busca el camino de vuelta al silencio.

La ciudad despierta. Mía en el espejo se refleja una sonrisa imitada y sus ojos se habitúan a la luz de un sol que anuncia su llegada. Mientras camina su alma quiere colgarse a las ruedas del avión que pasa sobre su cabeza, presiente tanto ruido a su alrededor que quiere una última caricia otorgada por el silencio.

El silencio la ha acompañado durante sus charlas y en él se refugia de la lluvia, le cuenta sus historias y aventuras; sin embargo él mismo por su naturaleza le increpa cuando es necesario. En la madrugada de hoy le ha reclamado y ella, como esclava de su propia cadena le atiende dándole un baño de agua tibia.



Discuten largamente en el ascensor y luego frente a la ventana mientras la neblina se cuela por entre las rendijas. Un bocado de pan alimenta sus entrañas mientras su silencio le masajea largamente los pies. Complicidad de un momento que es reclamado. Pronto ese encuentro queda suspendido en el ambiente de una oficina vacía pero con huellas de lucha, un teléfono suena distorsionando la calma. La magia termina dándole paso a la realidad y el silencio susurrándole su ausencia, se marcha.