miradascelestes

viernes, julio 28, 2006

A lo lejos en la montaña la tormenta azota la esperanza de una flor cuyos pétalos apenas pueden sostenerse. Cada gota cae duramente sobre los ojos de quienes observaron la decadencia de sus propias vidas. Durante la noche eterna se dibujan espasmos de muerte inalcanzable que solo deja el sabor de un largo recuerdo aferrado a una mano podrida, deshilachada por el tiempo.
Resucitar de una boca, ser elaborada de entre los dedos delicados que queman, ser lluvia de nubes liquidas para resbalar entre la oportunidad cierta de dos; caminar entre el lodo que se impregna en los poros abiertos, lamer una voz y escupir lágrimas.
Volver.
Qué es lo que hay dentro, aquí adentro donde alguna vez estuvo lleno de utopías?
Un espacio cuyas paredes están las desgarradoras horas de odio y de promesas falsas que se tejieron en un verano de calor húmedo. Un minuto en donde la razón ya no sirve si no está el corazón y un suspiro que anhela romperme de ti…

martes, julio 18, 2006


Debajo de la laminilla de hielo, Lú intenta no morir. Delante de sus ojos vislumbra el mísero espectáculo que se le presenta. En su cabeza se enredan pensamientos mal tejidos y una esperanza mal creada empieza a saturarla con imágenes que pasan por su corazón. Intenta aferrarse a las llantas del avión que pasa todos los días sobre su cabeza mientras ve como aterriza en medio de la ciudad.
Su despertar no es menos que su dormir. Abre los ojos y piensa: - Con cuál pie debo hacerlo?, y si lo hago con el izquierdo?- Se queda largo tiempo meditándolo e imaginando fugazmente como será su día dependiendo del pie que ponga en el suelo. Luego hace su rutina, tiende la cama que apenas destiende, se quita las medias que le dan calor en la noche a sus pies (los ama, son los que le dicen como será su día) toma su toalla y a la ducha. En el baño mira su rostro que se envejece y las marcas anónimas le hieren el alma. Sigue su rutina debajo de la ducha caliente.
Todos los días son iguales para Lú, solo en su cabeza esta la posibilidad de que ellos cambien pero en su cabeza nada es real. Vive un mundo de fantasía (no en un mundo de fantasía) y de sucesos que le mantienen en vilo, que la sujetan de un hilo apenas perceptible y no la dejan caer.
Hoy mira por la ventana la oscura ciudad que se esconde bajo luces amarillas resistiéndose al encuentro con su propia desventura. Tanto silencio rompe las paredes de su propia insensatez. Hace intentos por no callar, por no dejar de escuchar las almas que la rodean, intenta que su credulidad no caiga en las redes del anhelo. Se niega a sentir que su Ser es usado para la satisfacción ambiciosa de otros que como ella anhelan el encuentro.
Lú dormirá esta noche con las manos entre sus piernas y la cabeza enroscada en su pecho queriendo que el mundo se detenga y que solo el silencio de su corazón a medio latir se escuche.

viernes, julio 14, 2006

Confesiones

(Este ejercicio de poner algunas confesiones es auspiciado por “Rodolfo n”)

1. En el primer año de la universidad de una carrera que terminé pero que nunca me gustó, perdí TRES asignaturas… eran muchas!!! Casi quedó PFU… hubiera sido la catástrofe familiar más grande… Mis padres nunca lo supieron pero tuve que ingeniármelas para que no se dieran cuenta porque una de esas asignaturas me atrasó un periodo de 6 meses y tuve que hacer magia… y lo logré, jamás se dieron cuenta… (espero que mis padres no lean mi blog)

2. La primera vez que me decidí a escribir un cuento y a publicarlo fue contando la historia de quien amaría y perdería al mismo tiempo. Fue como una profecía. La mayoría de mis cuentos y relatos son experiencias muy cercanas a mi, por lo general yo estoy deambulando en ellos, aparezco de diferentes formas, tamaños, sabores y colores. Me vuelvo imperceptible.

3. Soy la hermana mayor de 5 linda mujeres como yo y creo que este puesto de ser la primogénita jamás me quedó, siempre le huí a este lugar, no quería ser el ejemplo de nadie ni de nada. Sin embargo, ahora que una de mis hermanas tiene 18 años y me habla y me cuenta sus cosas y me dice que me admira y que me ama, me ha gustado ser la hermana mayor.

4. Hablando de huidas y demás he de decir que la última relación en la que estuve involucrada hasta el tuétano y por la que estuve a punto de perder la cabeza en solo unos meses, relación que aun olvido, fue una estrategia que me salio mal… confieso que no lo aceptaba hasta que mi mejor amigo, Sergio, me lo dijo: “empiezas a olvidar porque te diste cuenta que te inventaste ese amor para huir de lo que te estaba pasando en ese momento…” – Gracias Sergio, te debo una –

5. Finalmente he de confesar que detesto los consejos mal dados y los consuelos no sentidos, las sonrisas y los “yo sé que serás feliz” sin un manual de instrucciones. También los “te lo advertí” , esos duelen cuando lo que necesitas es un abrazo.

lunes, julio 10, 2006

Antonio pedía un cuento para dormir, su insomnio era rastrero y áspero. En su habitación se tejían cálidamente telarañas que atrapaban sus sueños vacíos y aireados con el aroma del atardecer del invierno. Miraba sus pies y alrededor de ellos había historias contadas con trocitos de recuerdos. Allí estaba de nuevo, pidiendo palabras, sonidos y una mirada que le hiciera sonrojar.
Durante las madrugadas y en el silencio de una ciudad que no podía ser más que una diosa del mar -ciudad flotante anclada para siempre- caminada en derredor de su propio círculo. La frontera de su ventana le comunicaba con un mundo en el que sólo un barco podría llevarlo de vuelta a aquel puerto en donde su piel y su alma no le pertenecían sino al angustioso amor que hoy lo tenía en el vilo de la desfachatez.
En los días en que sentía que no podía soportar el peso de su cabeza, iba al encuentro de la brisa fría del día de invierno, y en los días calorosos su tedio era tal, que prefería sentir como su piel se quedaba pegada en una silla alrededor de un mundo de información que se presentaba por una pantalla.
Una mujer se acerca por la ventana y le pide que cierre sus ojos para que pueda saborear su propio corazón. –acto que le aturde de solo pensarlo- Confundido la mira sin mirarla, ella sabe que los pensamientos de él están desordenados y alterados, su propuesta es algo extraña ante los oídos de un ser que pretende ver pasar su vida a través de aquella ventana. Suavemente le llama para que se acerque. Antonio accede tímidamente y pone su oreja junto a los labios de ella y escucha. Mientras lo hace sus ojos se cierran y en un momento sin pensarlo, Antonio ya no esta en su habitación, viaja por entre palabras, sonidos y miradas que le hacen sonrojar. La mano de ella es tibia pero firme y se él se deja llevar para que le espíe.
Un sonido sordo le trae nuevamente a su estado de ausencia mágica. Su cuerpo tiembla y un agradable sabor le llena.
Ha saboreado su propio corazón.

martes, julio 04, 2006

Un cuento de dos

Sus piernas desnudas recorren de esquina a esquina las sábanas. Siente su frialdad y no puede evitar estremecerse. Sabe que busca algo. Pero no está en las sábanas. Está dentro, dentro de ella. Si las acaricia con sus piernas es para sentir. Necesita sentir.
Sus manos rozan la piel erizada y un cosquilleo la embriaga metiéndose por los dedos de sus pies, revoloteando por su sexo, palpitando en su vientre y finalmente haciéndose un nudo en la garganta que emite un sonido de placer ausente. Puede oler los efectos. También siente la humedad. Trata de retardar el próximo paso, pero ya es inevitable. Se toca

El espasmo empieza a nacer cuidadosamente, ella sabe precisamente donde se desborda pero retarda y juega con una sonrisa como si fuera un espectáculo cuyo centro es ella misma. Con cada jadeo, con cada espasmo, con cada contracción, la sonrisa le aumenta. Es más expresiva, más vivaz. Quisiera quedarse así para siempre. Abre sus piernas para entregarse a su propio movimiento. La cama resiste. Siente como su dueña se mueve revolcándose, desordenando sus sábanas. Siente como su dueña arquea la espalda que deja escapar gotas de sudor.

Ahora sus manos son puro movimiento. Como si estuviera frotando la lámpara que encierra un genio. Como si quisiera encender una pira y su deseo le pide más, pierde la percepción y su respiración se entrecorta. Un leve gemido se le escapa, golpeando de un lado a otro las paredes.

Ya no tiene control de sí. Ella es su cuerpo. Su cuerpo que se contrae, que se arquea, que se estremece, que junta los muslos, con la mano dentro, que flexiona las rodillas, que estira las piernas, que golpea con la mano las sábanas. La batalla está en el momento más crítico. Escucharse tan llena de placer la excita, su voz le arrulla y le ordena, sus dedos se conducen al lugar donde ya no puede acordarse de la cordura y al unísono, su voz y su jadeo se sumergen en el éxtasis que llega sin aviso.

Sus pies se estiran para recibir el instante. Flexiona los brazos y los acerca a los senos, donde los pezones parecen querer salirse. Cierra los puños y los acerca a la cara. Se estremece. Tiembla. Una mano se agarra fuertemente a la sabana, como queriendo ser sostenida ante la inminente caída. Entonces sale el grito. Le sale de las entrañas. No, de más abajo. De su sexo, que es una flor abierta.