miradascelestes

sábado, diciembre 30, 2006

Pintura de Valeria Dimitrova

Un encuentro se cuelga en la madrugada después de varias decenas de días en los que ni una palabra los unía. Un abrazo selló aquella distancia haciendo que los recuerdos se convirtieran en presente y su lengua se quiso enredar entre sus dientes. El asalto inesperado sumergía los dedos en la piel buscando la humedad y los espasmos se posaban en sus miradas. Son movimientos nuevos los que se retuercen en una postura incomoda. Contra la pared, de una puntilla resbala su falda mientras sus piernas se abren delicadamente. El tiempo desaparece y el impulso se hace en sus manos que rozan las ganas de un ritmo apresurado. Las gotas de sudor se confunden con la saliva que es dejada en la piel.
Un néctar se fabrica con la paciencia de los actos firmes y la ansiedad de tragar un instante se avecina mientras los espasmos, los roces, y los mordiscos se abren paso ante el deseo.
La sonrisa de un instante de complicidad es declarada en silencio.

viernes, diciembre 22, 2006

Las luces titilan incesantemente aun cuando están apagadas y en la memoria quedan sus destellos; alrededor de ellas se extienden sonrisas que esconden lágrimas y deseos de no recordar.
Un nombre apropiado para esta historia sería puesto sin el imaginario de la vida de cualquiera de los mortales que me rodean; deambulo por las calles que se atestan de gente cuya mente y corazón están en todas partes. Un ataque de seguridad les invade. Voy buscando un nombre que me acompañe mientras éste ve como desmenuzo su propia existencia. Espío horizontes y reversas en donde un ser se ha quedado en medio de un desierto respirando un perfume fresco.
Teh llega despacio y sin hacer ruido, cada movimiento es sutilmente calculado y planeado. Su ansiedad de tragarse el mundo le pone en un estado de eterna felicidad aparente. Comprende que debe atarse a algún sentimiento o suceso que le permita recordar. Toma entre sus manos la tierra que pisan sus pies y agradece su estancia.
En el techo un animal camina evadiendo toda ley de gravedad; Teh piensa por qué él no puede hacer lo mismo; qué es lo que le hace arrastrarse por el suelo? Una llamada le saca de la agonía.

- tic- tac; se acaba pronto el tiempo… estas listo? – su corazón late fuertemente al escuchar estas palabras despiadadas. El tiempo para Teh era un fenómeno repulsivo.; sus manos empezaron a temblar como una frágil hoja a punto de desprenderse de su rama. La pesadilla apenas comienza, es un sueño lleno del temor de escuchar otra voz.


El ser humano tiene la defectuosa y agradable manía de evadirse para la comodidad y defensa de él mismo; pero lo que no sabe es que huye de si mismo en una carrera interminable por no reconocerse. Recuerdo una hermosa frase que me hizo suicidar… “…Estoy buscando el rostro que tenia antes de el mundo fuera hecho”; de quién? aun no he podido recordar quien fue el causante de tan semejante encuentro. Valientes aquellos que pueden desprenderse de la propia imagen saturada de emociones que exprimen el corazón, valientes aquellos pueden no pensar.
Teh camina hoy entre la multitud que me rodea y de vez en cuando me mira de reojo o por el reflejo de una ventana o espejo; entre sus dedos le cuelgan los esfuerzos convertidos en dinero que alegrarán un instante y dentro de sus bolsillos lleva la mísera imagen de él mismo disminuida a un llavero del ultimo modelo de automóvil.
Feliz navidad….?...

viernes, diciembre 15, 2006

En la habitación, Sol se encuentra con unos brazos débiles y confundidos que la abrazan saludándola; en la pared, en un pequeño cartel escrito dice: “sensilles y pureza”. Esa falta de ortografía no la deja concentrarse en la conversación. Está sentada frente a unos brazos débiles de cuya boca salen como disparos palabras gritando. Sol le escucha pero sus oídos se posan en otro lugar del infinito y sus ojos solo ven la danza de unos labios que se abren y cierran al unísono con movimientos pequeños de manos.
Se le encoge el corazón.
Sin distraer a su interlocutor, se quita los zapatos que trae puestos y en un acto de suicidio a la tibieza de su pie, lo arroja contra el piso frío y fresco; un corrientazo le hace volver a escuchar las palabras bruscas.
En ella la ambigüedad de pensamientos le distraen mientras acaricia su propia cabeza recostada en el sofá. No sabe si preferir un corazón encogido y en silencio o un suspiro en la piel; mira a su interlocutor en silencio y decide…
-Debo irme- dice mirando de reojo la palabra mal escrita en el cartel puesto en la pared.
El la mira en silencio.
Sol baja las escaleras y en acto de insoportable levedad deja caer un sentir que no quiso nacer; aprieta sus puños y dientes y cuando la brisa de la noche rozan su rostro, una sonrisa se dibuja casi mecánicamente.
Por la calle se lanza al abismo de luces que le enceguecen y mira un cielo oscuro donde la luna le ha reprochado su delicadeza con las estrellas.
Más adelante, se sienta en la desierta barra de lo que parece un bar; aun no sabe porque sus pasos la han puesto en ese lugar. Se acomoda en la incomoda silla en donde sus pies quedan colgando en el aire.
Se mira al espejo que está en frente.
Alguien que se acerca con rapidez la violenta diciendo: - Que gusto me da encontrarte, cuéntame de tu vida, mira que yo había estado buscándote porque…- Sol le grita en su mente que se calle, que tiene un aliento a hierro oxidado y que las gotas de saliva que salen de su boca le hieren la piel!!; nuevamente de su cara sale la mecánica sonrisa y ahora es ella la que empieza una danza de movimientos de labios y manos. En ese momento Sol deja de existir para ella misma, se entrega a la conversación absurda y sin sentido con un extraño con el que no quiere estar; pasa las horas y prefiere hablar y hablar para no pensar que está perdiendo el tiempo.
Estornuda.
-Debo irme- dice y recuerda al mismo tiempo que hace unas horas atrás había dicho la misma frase.

Nuevamente está en la calle donde se siente más segura porque allí el compromiso de hablar con alguien que no quiera se evapora.
Ya, en su cama, recorriendo las sabanas frías con sus piernas desnudas, Sol se da cuenta que se siente sola porque no quiere compartir su soledad y se queda dormida mientras sueña que su soledad yace colgada de un árbol.

Estornuda.

viernes, diciembre 08, 2006

“Podrías ser tu compañía cuando las estrellas se apagan”

Su inocencia hace temblar el tejado donde esta sentada con sus piernas al desnudo. Sus movimientos casi infantiles producen en la mirada que se excita, un cosquilleo de posesión y de juego. Sus cabellos caen lisos sobre su delicada piel; esa que se abrirá ante las sensaciones de otra piel. Estira sus largos brazos formando un arco de destellos que atrapan y una sonrisa pícara hace brillar la noche.
De este lado de la calle rostros pálidos se posan en un vaso de licor y los pies que van tras la danza de una tonalidad mal hecha. Palabras y suspiros añejan el vino que emana el silencio del instante; y sin embargo espío por la ventana abierta a ese ser que me da las llaves para escaparme con su ingenuidad.
Siento la belleza desprevenida de una flor abriendo al sol de la mañana y entre mis piernas se acarician cuidadosamente la ansiedad y la madurez. Su cuerpo, aun con pequeñas gotas de agua, se mete en mi piel; anhelo su aliento, ese fresco aliento que no se impregna de la estupidez que nos rodea…
De regreso a casa me traigo su imagen pegada en mis ojos, y cuando me harta la incomprensión de mi existir, delicadamente le pido a ella que me refresque con sus movimientos.